viernes, 29 de agosto de 2014

¡OLOR A ESPLIEGO!

A pesar de quedar todavía una semana, a pesar de estar a cientos de kilómetros de Utiel ya lo puedo oler. No se trata de un olor real, se trata de un olor metafórico. Un olor en el ambiente, un olor en el ánimo de los utielanos, un olor especial. Ya huele a espliego.
El espliego. Ese olor característico de Utiel durante sus fiestas, las de su Patrona y la de todos los habitantes de nuestra localidad. Ese olor que nos embauca. Ese olor que, si lo sacamos de contexto, nos evoca a los maravillosos días de fiesta, tradición y costumbres. Ese olor que nos recuerda que nos quedan por delante diez días de disfrute tanto a nivel religioso como festivo.
Si bien es cierto, que muchos de nosotros durante el resto del año no somos practicantes, muchos ni siquiera creyentes. Pero, de los días 5 al 15 de septiembre, nuestros sentimientos son un poquito diferentes. Unos sentimientos que afloran desde el momento en que nuestra Patrona, la Virgen del Remedio, sale del Santuario y que se acentúan cuando atraviesa el puente de la Mesilla para posarse durante unos minutos en ella, con toda la localidad observando, escuchando, quedándonos con cada uno de los acontecimientos que allí se van desarrollando. Como si fuera la primera vez que lo vemos. Ahí es cuando el olor a espliego se hace real. Son unos minutos mágicos, nostálgicos, con el nudo en el estómago. Unos minutos que nos hacen recordar a nuestros seres queridos que tanto disfrutaban en esos momentos y que, lamentablemente, ya no pueden hacerlo.
Un olor que nos recuerda a calles engalanadas, a luces de colores iluminando nuestras calles. Visillos que se recorren para ver pasar a la Reina y su Corte de Honor, balcones repletos de vecinos esperando su momento. Porque ese es nuestro momento. El momento de disfrutar lo que tanto llevamos esperando. Cientos de cámaras intentando inmortalizarlo y, con el tiempo o con la lejanía, poder decir “yo soy de allí”.
Un olor que nos recuerda a la Alameda con sus puestos, sus tómbolas, sus atracciones, sus chocolate con churros que no pueden faltar en estos días. Un olor que, por supuesto, nos recuerda a las carpas. Esas carpas repletas de utielanos, de peñistas que tan solo pretenden disfrutar de lo que es suyo: las fiestas de su pueblo. Jóvenes y no tan jóvenes esperando el pistoletazo de salida del día 5 para sacarle todo el jugo a la Feria.
Unos días que, lamentándolo mucho y sin darnos cuenta, se acaban. Y qué mejor forma de poner punto y final a ese ambiente que con el desfile de carrozas. Y cuando eso ocurre, desearíamos que fuera ya 5 de septiembre del año siguiente.
Ahora que llevo más de un año viviendo fuera de mi casa, de Utiel, y al decir a la gente que soy de un pueblo de las afueras de la provincia de Valencia, me preguntan si realmente me siento valenciano. Pues bien, no lo tengo claro. Lo que sí que tengo claro es que me siento de los míos, me siento de mi familia, me siento de mis amigos, me siento de mis seres queridos. ME SIENTO DE UTIEL.
Y, muy probablemente, la gente de fuera no sabe lo que es ese sentimiento. Como nosotros tampoco sabemos los sentimientos de otras localidades. Pero lo que bien es cierto, es que esto solo plasma una milésima parte de dicho sentimiento.
                                                                             ¡VIVA UTIEL!
                                                                             ¡VIVA LA FERIA DE UTIEL!