sábado, 5 de enero de 2019

BERLÍN: LA CIUDAD DE LA HISTORIA SIN HISTORIA

                Al leer el título puedes pensar varias cosas: demasiado largo, no tiene sentido, es una incongruencia… Pero tiene una explicación. En esta entrada voy a hablar de Berlín, aprovechando el viaje que he realizado en los últimos días. Pero no esperes encontrar un post viajero, con itinerarios, recomendaciones, fotos del viaje posando y cosas así. Eso se lo dejo a los que saben hacerlo o lo creen.
                El título tiene un claro sentido. Después de pasar cuatro días en Berlín, evidentemente no da tiempo a conocer toda la ciudad, ni todos sus museos, parques, bares o pubs característicos. Sin embargo, sí que da tiempo para conocer muchas pinceladas, a darte cuenta de la forma de vida, de ciertas costumbres, da tiempo para probar sus comidas típicas, su forma de celebrar la Navidad (a partir de Nochevieja para ellos pierde importancia y los Reyes no los celebran como en España). Pero por encima de todo ello, hay una cosa que me ha llamado la atención, que me ha cautivado como creo que lo hace a la mayoría de turistas que visitan la ciudad o el país en general: su forma de reponerse ante la destrucción masiva por la que tuvieron que pasar hace entre 70 y 80 años.
                Efectivamente, la Segunda Guerra Mundial, aunque con la Primera ya quedaron resentidos y tocados. Y no voy a entrar en detalles políticos, sino en hechos sociales o civiles, o al menos lo voy a intentar.  Mientras realizábamos el Free Tour por la ciudad (vale, esto lo voy a recomendar), el guía nos preguntó cuál era para nosotros el elemento más característico de la misma a nuestro parecer. Las repuestas fueron las evidentes: para unos la Puerta de Brandemburgo, para otros la Columna de la Victoria, el Museo del Holocausto, la Catedral o cualquier monumento simbólico que a los participantes nos venía a la cabeza. Él nos negó todas ellas. Nos hizo mirar a través de una de las calles principales y más céntricas de Berlín, Unter den Linden, y ahí estaba, entre los edificios, su elemento fundamental: las grúas con las que a día de hoy se sigue levantando la ciudad. Y es aquí donde entra y cobra sentido el título del post.
                Exacto, Berlín es la ciudad de la Historia sin Historia. ¿Por qué? Muy sencillo. Actualmente, Berlín es una ciudad “nueva” pero con una de las mayores barbaridades humanas sobre sus espaldas. Los edificios que componen el centro no tienen Historia, son de reciente construcción. Algunos de ellos no solo por la crudeza del conflicto bélico, sino también por la posterior división entre Alemania Occidental y Oriental. Los edificios alrededor de la Puerta de Brandemburgo son completamente nuevos, con menos de 40 años; el monumento a los judíos de Europa asesinados, uno de sus símbolos y sitio de paso obligatorio, tan solo cuenta con trece años de antigüedad; el bunker donde “valientemente” se suicidó Hitler desapareció y sobre él crearon un pequeño parque-jardín; los edificios que existían y no fueron convertidos en cenizas durante la batalla pueden “presumir” de las cicatrices que las balas y las bombas dejaron a su paso.
                Y es precisamente por todo ello por lo que Berlín, a su vez, es la ciudad de la Historia. Porque en torno a ella se fraguó uno de los mayores genocidios de la Humanidad, porque a escasos kilómetros se abrió el campo de concentración de Sachsenhausen, modelo y ejemplo para los demás campos, no solo de concentración sino para los llamados “de la muerte” (aunque decir que los de concentración no son de la muerte sería mentir). Modelo tanto a nivel organizativo como estructural. Allí se formó a los más de 90.000 militares de las SS, los perros de presa adiestrados para matar judíos. El más “céntrico”, en el que todos los asesinos poderosos querían estar, porque ese campo era el “ojito derecho” del Führer y porque junto a la puerta de entrada se encontraba el “Edificio T”, la central del terror, la inspección de los campos de concentración. Era la central de administración de todo el sistema de campos. Los responsables administrativos establecían las condiciones del confinamiento, coordinaban los trabajos forzados y organizaban los asesinatos en masa.  Y todo junto a Berlín.
                Por ello, Berlín es la ciudad de la Historia sin Historia. Porque sus vecinos tuvieron que ver horrorizados cómo se masacraba a la ciudad entera, dejándola sin fachadas ni paredes, sin libertad y alegría, sin Historia, al mismo tiempo que la Historia se escribía como consecuencia de eso precisamente. Por suerte, los alemanes se pusieron en pie y consiguieron resurgir de sus cenizas, como el Ave Fénix. A día de hoy ese fragmento del pasado tan solo lo utilizan para dar a conocer de dónde pudieron salir, presumir de ello y, como seres civilizados, tratar de no volver a caer en los mismos errores.
                Si te gusta la Historia, Berlín es una ciudad que atrapa.