miércoles, 27 de noviembre de 2013

¡SON MAESTROS TODO EL AÑO!



Como cada 27 de noviembre se celebra en los colegios el Día del Maestro. Se reconoce el esfuerzo, la labor, la paciencia, la dedicación y, por supuesto, el amor y la pasión hacia su trabajo. La pasión por la educación del futuro, de las generaciones que llegan a los coles con la ilusión de poder ser, el día de mañana, lo que siempre han soñado. Los hay que desde pequeñitos quieren ser futbolistas (¿qué niño no ha soñado alguna vez con jugar en un equipo de élite?), los hay que sueñan con ser médicos y poder salvar vidas con sus manos, bomberos para poder apagar las llamas de una vivienda que se está incendiando, y con ella los recuerdos y el pasado de una familia. Incluso  albañiles, electricistas o fontaneros. Parece que un niño nunca sueña con tener alguno de estos oficios. ¿Por qué no? Cualquiera de estos empleos son tan válidos como los que requieren carreras universitarias. Es más, por mucha carrera, como no exista alguien que desempeñe estas tareas a toda casa le faltarán unos cimientos, un circuito eléctrico o agua potable.

También hay niños que sueñan  ser como las personas que ven cada mañana nada más llegar al cole. Sienten entusiasmo por poder hacer con los niños del futuro lo mismo que hacen con ellos. Tienen la necesidad de ser como esos referentes que les van encauzando su vida día a día, como esas personas que, aunque hay momentos en los que parecen ogros al enfadarse con toda una clase, en realidad, lo único que quieren es el bien de ese grupo de alumnos. Que con el paso del tiempo sepa que hizo un buen trabajo y sea cual sea la función de ese antiguo niño en la sociedad, se dedique a lo que se dedique, lo hace con unos principios, con una base que logró gracias a un maestro, a una maestra que dio todo lo que tenía en sus manos y puso todo su empeño para conseguirlo. Porque esos niños no son unos niños más, son SUS NIÑOS. 

Maestro. Maestra. Docencia. Una profesión cada vez menos reconocida. Unos profesionales cada vez más degradados, por la sociedad y por los de arriba. Un respeto hacia ellos que hace mucho se perdió por el camino. Hablar “de usted” a un maestro tal vez no siempre sea necesario, pero se puede hablar “de tú” con la misma educación. Y no me refiero solamente a los niños. Al fin y al cabo ellos tan solo ponen de  manifiesto lo que ven en su entorno, lo que escuchan en sus casas, lo que se comenta de “don” o “doña”, de “el profe” o de “la seño”.  Solamente son un reflejo. Juguemos durante un año, nada más. Un año a vivir sin ellos. ¿Qué supone un año de toda nuestra vida? Un año sin ir al colegio ni acudir a clases particulares (qué también son maestros en la mayoría de los casos). Un año sin contacto con un solo profesor. Veríamos si no se echaban en falta y acabábamos rogando que se volvieran a abrir pronto las puertas de los colegios.  Aprender a valorar lo que tenemos, eso es lo que hay que empezar a hacer.

Igual que el respeto hacia la mujer y la lucha contra la violencia de género no se debe limitar a cada 25 de noviembre, sino que debe ser una lucha continua; igual que contra el cáncer se pelea día a día para salir de una enfermedad que, lamentablemente, va a más; el maestro, la maestra no lo es solamente el 27 de noviembre. Está bien que se reconozca su trabajo un día, pero deberíamos aplaudirlo durante todo el año. Un docente es docente 365 días del año. Un docente no solamente es docente dentro del colegio. Un maestro lo es de puertas hacia afuera. El trabajo que se lleva a casa día a día para corregir, preparar clases para la siguiente jornada, evaluar a los alumnos. Eso son tareas que no se ven pero sin las cuales este trabajo estaría cojo. 

Ese tutor que trata de hacer que sus alumnos evolucionen a lo largo del curso, a lo largo de la etapa, que enseña lo que está en los libros y lo que él lleva dentro; ese especialista de inglés que intenta enseñar un idioma que será necesario para poder desenvolverse en un futuro no muy lejano y de la manera más práctica y divertida para que no resulte difícil ni aburrido; ese maestro de Educación Física que se enfrenta a las inclemencias del tiempo para poder llevar a cabo sus clases si no dispone de un lugar adecuado para ello; ese docente de Pedagogía Terapéutica, de Audición y Lenguaje que, sin ver una evolución constante en sus alumnos, no deja de trabajar con ellos sin importarle lo más mínimo las dificultades a las que se enfrenta. Porque estos niños, a su manera, se lo agradecerán.

Porque todos hemos tenido la suerte. Sí, LA SUERTE de dar con alguien que ha hecho todo esto por nosotros e incluso algunos hemos tenido LA FORTUNA de tener o encontrar a alguien así en nuestras vidas: GRACIAS.


CELEBRADLO UN DÍA. APLAUDÁMOSLO 365.

miércoles, 13 de noviembre de 2013

"ESPAÑA VA BIEN"



                Cada mañana me levanto con la misma impresión, con la misma idea, con el mismo pensamiento: “Tengo suerte. Tenemos suerte”.

                Tenemos suerte de vivir en un país donde todo va tan bien, donde todo va “sobre ruedas”, donde todo va “viento en popa”. Es una maravilla poder gozar de un clima tan favorable. Es inmejorable la sensación de saber que hagas lo que hagas, estudies lo que estudies, tendrá salida profesional. Es magnífico el efecto de saber que vivimos en un país desarrollado, en el Primer Mundo, en un Mundo Civilizado.

                El problema viene cuando sales a la calle, das un paseo por el centro de cualquier localidad y encuentras cada vez más y más personas sentadas en las puertas de comercios, de supermercados o de cualquier fachada. ¿Estarán descansando después de una dura jornada de trabajo? Podría ser, pero no. Están pidiendo. Pidiendo para poder llevarse a la boca algo que les de fuerza para levantarse de donde están. ¿Primer Mundo? ¿Mundo Civilizado?

                “Que se busquen la vida”. “Que trabajen como hacemos los demás”. “Que se dejen de tonterías y se ganen el pan igual que hago yo”. Frases de este tipo se pueden escuchar al respecto. Quizás esas personas tenían un trabajo, una casa, es más, un hogar. Pero las circunstancias han hecho que su encaminada y feliz vida se truncara. Es muy bonito prejuzgar la situación de alguien  que ninguno conoce. Es muy bonito mirarlo desde fuera con una vida encarrillada. A lo mejor, los que piensan así deberían mirarse al espejo y preguntarse si lo que tienen ellos lo han conseguido con el sudor de su frente o si se lo han ido encontrado en otro tiempo, en un tiempo en el que todo era más fácil. ¡Cuidado! No vaya a ser que algún día cambien las tornas y trágicamente se vean en esa situación.

                Pero la suerte sigue estando, la suerte de vivir en un país en el que todo funciona estupendamente.
                Sinceramente, pasear por la calle y ver, en la misma calle, a personas que deben superar los 70 años pidiendo en una acera mientras los viandantes pasan de ellos y en la acera de enfrente a una madre con su niño en brazos corriendo la misma suerte no es la idea que yo tenía de un país de desarrollado, de un país del Primer Mundo.

                Pero la cosa no acaba ahí. Todavía hay más. Cuando llega la hora de cerrar los supermercados, éstos tiran comida a la basura que por ley no puede venderse por haber pasado la fecha oficial de caducidad. Sin embargo, esos alimentos todavía son comestibles, están en perfecto estado. Decenas y decenas de personas se agolpan sobre los contenedores donde van a parar estos alimentos a sabiendas de que todavía están sanos. “Esos son todos extranjeros que venían a vivir del cuento”, he llegado a escuchar. Bueno, ¿y qué? Extranjeros o no, son personas. Pero es que, amigo xenófobo, cada vez hay más españoles que, lamentablemente, tienen la necesidad de pasar por esa situación. Nadie lo hace por gusto. Simplemente, tenemos “la mala costumbre” de comer para sobrevivir. Antes de hablar recuerda, en otro tiempo nosotros también nos íbamos lejos de nuestras fronteras a buscar una vida mejor. Una vida mejor que llegaría o no, pero nos íbamos.

Todas esas personas tendrían sueños. Sueños que querrían cumplir a toda costa. Trabajos que les apasionaba, familias que crear, cálidos hogares a los que llegar después de su jornada laboral, familias que les estarían esperando para cenar un buen plato. “Colchones” económicos que no se tocaban porque eran para los estudios de sus hijos. Esas personas, hoy por hoy, desgraciadamente, no podrán conseguir nada de eso.

                Hasta ahora lo teníamos lejos. Solamente pensábamos que algo tan precario se vivía en países subdesarrollados, en países del Tercer Mundo. Quizás sí, quizás esa sea la respuesta a la situación que estamos viviendo ahora mismo en España. Tal vez estemos sufriendo una involución. Y la solución no la tenemos nosotros, los ciudadanos. A pesar de que siempre les podemos ayudar con dinero o comida. No, esa no es la solución definitiva. Las medidas le corresponden a quienes les corresponden. Pero claro, ellos están sumergidos, inmersos en su particular mar de calma. En una realidad paralela, como si nada de esto fuera con ellos. Según el destino del capital se puede invertir o no. Becas Erasmus NO. Madrid 2024-2028-2032 SÍ, eso sí. Que se nos note fuera de nuestras fronteras que “España va bien”. Con una “Relaxing Cup” todo entra mejor. 

Lo hemos conseguido: Europa empieza en los Pirineos.

¡¡VERGÜENZA!!

martes, 15 de octubre de 2013

¡DESBORDANDO VALENTÍA!



¡Valientes, que sois unos valientes! Hay que ser muy valiente para aprovecharse de una mujer, maltratarla, torturarla hasta acabar con su vida. No todos los hombres somos capaces. Eso solamente está al alcance de unos pocos elegidos, de unos cuantos que desbordan ¡VALENTÍA! por los cuatro costados.

No, no creáis que lo pienso realmente. Se me ocurren muchos adjetivos para describir a estas personas, pero solo citaré uno: COBARDES. Hay que ser muy cobarde para hacerle toda una serie de “perrerías” y finalmente matar a una persona de un género sin el cual tú no estarías en este Mundo. ¡Y cuánto lo habríamos agradecido, COBARDE!

Justo en el ecuador del mes de octubre son ya cerca de 60 mujeres las que han fallecido a manos de sus parejas sentimentales. En muchos casos cuando ocurría eran ya ex parejas.  ¿Sabes por qué ha dejado de serlo? Porque no te la mereces.

Pero lo mejor de todo es el momento en que se dan cuenta de lo que han hecho e intentan acabar con su propia vida. Tirarte a una vía ferroviaria cuando no pasa el tren no te va a causar la muerte, tan solo unos rasguños o algún hueso roto; intentar cortarte las venas con un cuchillo de plástico no te va a matar; tirarte por un barranco con el coche en punto muerto no hará sino que salten los airbags. Si con eso tu conciencia se va a quedar más tranquila y vas a considerar que has intentado compensar tu daño estás demostrando la clase de persona que eres. Yo conozco puentes muy altos, puentes desde los que si te tiras les harías un favor tanto a tus familiares como a los de tu (ex) pareja. Pero eso sí, hazlo antes de causarle ningún daño a ella. A ver si después del impacto todavía te quedan fuerzas para hacerla sufrir.

La excusa perfecta ante los malos tratos suele ser que lo hacen porque la quieren, lo hacen por amor. Porque ella no se da cuenta de que con quien mejor está es con él. Si lo hicieras por amor, si lo hicieras porque la quieres le regalarías cada día el mejor de su vida. La despertarías entre susurros y caricias y probablemente acabaríais con una apasionada relación sexual. Pero sin forzarla, que eso dice mucho de una persona, amigo Valiente.

Pero claro, cuando se enfrentan al juicio por haber roto la vida de toda una familia saben que tal vez acaben en la cárcel, pero una cárcel lleno de tantos otros valientes: violadores, pederastas y gente de la misma calaña. De hijos de puta va la cosa.

Si alguno de estos  energúmenos tuviera que pasar por la desafortunada experiencia de ver como un malnacido abusa de su hija, como la golpea hasta acabar con su vida creo que cambiaría completamente de pensar y de actuar. Eso sí, no estoy diciendo que quiera que pasen por ese mal trago. No se lo deseo a nadie. 

Así que, mientras exista en el Mundo una sola mujer que nos quiera, ya sea una madre, una hermana, una amiga, una abuela o una novia deberíamos estar en contra de todo tipo de maltrato, tanto psicológico como físico. Ambos igual de dañinos.

Creedme:
                                ¡¡SIN ELLAS, SIN VOSOTRAS…NO SERÍAMOS NADA!!

viernes, 21 de junio de 2013

¡VIVA EL TEATRO!



En la actualidad, gran cantidad de compañías y grupos teatrales ponen escena obras que llevan preparando durante mucho tiempo. Desde tragedias, comedias o dramas clásicos hasta obras de reciente escritura y cuyos autores tratan de manera elegante temas de actualidad.

El gusto por el teatro no se ha perdido, a pesar de las trabas que se le ponen al aficionado de dicha disciplina. Pero ese no es el tema que quiero tratar.

Cierto es que, si encontramos más inconvenientes que ventajas a la hora de ir a ver una obra de teatro, nos resulta más sencillo y cómodo quedarnos en casa a ver alguna película. Películas que ponen de forma continua en televisión, en cualquiera de los canales que sintonizamos (que no son pocos) sin necesidad de salir de casa, sin tener que pasar frío en invierno hasta llegar al teatro, con el mando en las manos por si nos cansamos de lo que vemos.

Cierto es también que el cine aporta una cantidad de efectos especiales y sonoros que no tienen parangón en el teatro. Además, con las modernas tecnologías puedes sentirte como un protagonista más de la película solo con encender el Home Cinema.

Pero el teatro tiene algo que por mucho que avance la tecnología y con ella la televisión nunca llegará a poseer. ENCANTO, el teatro tiene encanto. El encanto del directo, el encanto del aliento del público asistente, el encanto del juego de luces en cada momento, el encanto de los traspuntes preparados para dar letra en el momento preciso, el encanto del regidor, apunto siempre para dar  lo que se necesita en ese momento para salir a escena, el encanto de los nervios del director por ver cómo ha quedado su montaje. Y por supuesto, el encanto y los nervios de los actores. Esos actores que han estado ensayando durante meses para que salga perfecta la puesta en escena. Unos actores que saben que no hay “marcha atrás”, que saben que si se equivocan no podrán decir eso de “corten”. Tendrán que sacar adelante la situación como puedan, con el arma de la improvisación o tirando de “tablas” (quien las tenga). Unos actores que deben hablar lo suficientemente alto para que los oiga toda la sala, auditorio o teatro pero sin que parezca que están chillando. Actores que sienten la tensión en el momento de la apertura del telón cual torero espera al toro de rodillas, “a portagayola”. Tensión que se difumina y desaparece con el transcurso de la obra y que da paso al disfrute, a la excitación al ver que todo eso que has preparado durante tiempo está dando sus frutos (en el mejor de los casos) o a la desilusión si no sale como estaba planeado. Pero no pasa nada, porque el actor aprenderá  de sus errores,  lo seguirá  intentado y se esforzarás para dar lo mejor de sí mismo en la próxima actuación. Eso es el gusto por el teatro.

Pues bien, el cine se sigue quedando corto cuando todo eso lo hacen grupos de teatro amateur. Grupos formados por personas que tienen una vida más allá de los escenarios. Madres  o padres de familia que salen de trabajar, preparan la cena y se van disparados al ensayo dejando a sus niños en casa. Chicos y chicas que van desde otras localidades donde trabajan o estudian para que se pueda llevar a cabo dicho ensayo. Trabajadores que han madrugado para poder cumplir con su deber y hacen un sobreesfuerzo por estar allí en ese momento. Personas que tienen que anular los planes con familiares o amigos.
En definitiva, seres humanos que no viven de ello sino que lo hacen por eso, POR AMOR AL ARTE.

Sin todo ese encanto, el teatro no sería teatro.

¡VIVA EL TEATRO! ¡VIVA EL TEATRO AMATEUR!


“Quienquiera que condene el teatro es un enemigo de su país”. Voltaire.

martes, 18 de junio de 2013

¡LOS CONTRASTES, NATURALES!



No hace falta más que mirar por la ventana de tu vivienda, dar un paseo o sentarte en la terraza de algún bar y observar lo que por allí transcurre para darnos cuenta de que vivimos en Mundo lleno de contraste. Unas veces dichos contraste son naturales. Los más bonitos. En contraposición encontramos los provocados por el hombre. 

Un contraste natural puede ser la lluvia que cae en un lado de la ciudad mientras por otro lado asoma el Sol de entre las nubes, provocando la aparición majestuosa del Arco Iris. No hay mayor o niño que, al ver este fenómeno, no se quede perplejo admirándolo.

Otro contraste natural podría ser ese paseo de un abuelo entrado en años acompañado de su joven nieto. Un niño que necesita moverse, que no se siente agotado hasta que cae rendido en la cama, ese niño que juega, corre y “obliga” al abuelo a hacerlo con él. Por otro lado, el abuelo. Un hombre mayor, que necesita sentarse cada cierto tiempo porque su salud no le permite hacer más de lo que hace, a pesar de que quisiera hacer todo lo que su nieto quiere. Un hombre que ha trabajado durante toda su vida para conseguir lo que ha conseguido: una familia y un nieto que lo quiere y lo respeta. Un nieto al que educa con cariño para que cuando la vida lo haya agotado sea su niño el que lo ayude y complazca a él, y posteriormente eduque de igual manera a hijos y nietos.

Esos contrastes son bonitos, dignos de admirar y útiles en el desarrollo de nuestras vidas.

Ahora bien, lo que no es normal, lo que no tiene sentido ni cabida, bajo ningún concepto son esos contrastes que el ser humano crea, esos que la mano del hombre nos acostumbra a ver cada vez más y  más en televisión y por las calles.
Mientras nuestros “queridos” políticos, gobernantes  y ´mandamases´ viven a cuerpo de Rey (otro que tal), en sus “humildes casitas” como si la cosa no fuera con ellos hay familias atrincheradas en SUS HOGARES por miedo a ser desalojados y perder todo lo que han ganado con el sudor de su frente. Algo que nadie les ha regalado pero que sí les quieren ROBAR.

Cada vez son más y más las personas que tienen que vivir en las calles, mendigando, durmiendo en cajeros, en portales de fincas para, al menos, no dormir a la intemperie en las frías noches de invierno. “Con la llegada del verano ya no pasarán frío”, apuesto que dirán los más sobrados. “Que se busquen un trabajo como el resto de la gente”, dirán otros. ¿Un trabajo? ¿Dónde encuentran esas personas hoy por hoy un trabajo? 

Probablemente, esas personas tendrían un trabajo con el que llegarían, mejor o peor, a fin de mes. No sería con un sueldazo ni probablemente se tratara del trabajo de sus sueños, pero lo tendrían. Y, seguramente, trabajarían duramente para no poder recibir críticas por parte del jefe y no  ser despedidos porque sabían lo que ocurriría si llegaba ese momento.

Seguramente, no estarían “de patitas en la calle” de no haber sido por todo lo que sus jefes  han “trincado”. O tal vez, mantendrían su puesto si no fuera porque el jefazo habló con un amiguete al que le debía un favor y para compensarlo metió al sobrino, primo o hijo en lugar de un “pobrecico”. Un sobrino, primo o hijo al que no le gustará ese trabajo, lo hará a disgusto e incluso mal pero con la certeza que de ahí no se mueve.
Y mientras todo eso ocurre, mientras nos quitan lo que ha sido nuestro no te puedes manifestar por ello porque lo único que puedes recibir es una buena reprimenda de los que se suponen  nos deben defender. Cierto es que no actúan por cuenta propia, sino bajo el chasquido de dedos de alguien a quien le molesta que la gente se dé cuenta de lo que está ocurriendo a nuestro alrededor e intente defender lo que es suyo. En el momento “el pastor” dé la señal de aviso manda a “los perros” para que nos controlen cual rebaño. El que más suerte tenga dormirá en su casa, el que no pasará la noche “en el corral”.

Ese es el Mundo en el que vivimos, y éstos algunos de sus contrastes. Un sinsentido movido por el dinero, por la sed de riqueza, de manera que los ricos cada vez son más ricos y los pobres cada vez más pobres. Ni unos se merecen todas sus ganancias ni otros sus pérdidas.

Para todos esos que han hecho que miles de personas en este país hayan dejado de ser felices por sus chanchullos y sus robos, y tal y como dijo en su día el gran actor español Fernando Fernán Gómez: “¡VÁYANSE USTEDES A LA MIERDA! ¡A LA MIERDA!”.