18 de agosto de 2017, el día en que
España se volvió a unir. El día en que unos yihadistas malnacidos volvieron a
unir a este país. Ellos querían lo contrario: sembrar el pánico, el miedo, el
odio. Sí, claro que en esos momentos cundió el pánico, claro que hubo miedo,
seguramente que los que vivieron el atentado terrorista desearan estar en una
mala pesadilla. Pero al día siguiente, cuando la ciudad se despertó, no había miedo,
no había pánico. Respeto, pero como hay que tenerlo con todo.
La ciudad y España se levantó
dispuesta a condenar ese maldito atentado. La Plaza Cataluña de Barcelona se
llenó de miles y miles de personas dispuesta a mostrar su repulsa por lo
ocurrido. Y ahí estaban ellos, dispuestos a mostrar sus condolencias. Cuando hablo de “ellos”
hablo de azules, de rojos, de morados, naranjas o amarillos fluorescentes. Da
igual el color del partido que representen, hoy han dado una lección de que si
quieren pueden. Hoy han querido mostrarse unidos, han querido decir “NO AL
TERRORISMO”, han querido decir “NO TINC POR”.
Y para más INRI, ahí estaba, el
Jefe del Estado, en la Comunitat de la Discordia. (En otra ocasión entraremos
en debate de si debe ocupar el puesto que ocupa o no. No es el momento). Y esto es algo que la
ciudad de Barcelona ha entendido a la perfección. Ni un silbido, ni un abucheo.
No era el momento. Chapeau por Barcelona. Ni una sola bandera independentista,
ni una bandera republicana, ni una bandera española. Porque los yihadistas no
han atacado a unos o a otros. Nos han atacado a todos. Me han atacado a mí, te
han atacado a ti, han atacado a los míos y a los tuyos, han atacado a los que
hace unos días paseábamos justo por ahí, sin ser conscientes de la masacre que
apenas 72 horas después iba a ocurrir, han atacado a los que ayer, 17 de agosto
paseaban por las Ramblas.
Estoy convencido de que no atacan
a Cataluña sin España, ni a España con Cataluña. Atacan una forma de vida que
ellos envidian, atacan unos principios, atacan unos valores que no tienen. Atacan
a familias, atacan sentimientos, atacan a la humanidad, que de esto también
carecen. Atacan vidas inocentes, atacan
a niños en edades que no merecen pasar por lo que tuvieron que pasar. Atacan a
seres indefensos que todavía no entienden cómo puede haber tanto odio en este
Mundo. Odio que estas criaturas no entienden porque el odio, al contrario que la materia,
sí se crea, pero ellos todavía no lo han creado. Porque el ser humano por
naturaleza es bueno, pero nos corrompemos con el paso del tiempo. Y esta
gentuza está muy corrompida.
Yendo al trabajo esta tarde
escuchaba la radio y un testimonio decía que dudaba mucho que a esos niños que han atacado (porque son
niños), sus familiares les hubieran dado el amor que necesitaban cuando eran más
pequeños. Yo también lo dudo. Realmente no lo dudo. Lo sé.
Barcelona y Cataluña, las sedes
de la discordia, el territorio que a los políticos españoles les quita el
sueño, hoy se ha portado como lo que es: una ciudad de los pies a la cabeza,
una ciudad con historia, una ciudad con educación, que también la hay aunque a
veces haya quien no lo crea.
Sin embargo, una cosa en la que
hemos fallado los españoles ha sido en el morbo que nos ha dado compartir
vídeos desagradables, en publicar falsas noticias como si fuéramos especies
carroñeras. Nunca, nunca, nunca en mi vida me quiero ver envuelto en una
situación así. Pero creo que tengo claro que si ayer me hubiera encontrado en
las Ramblas, el móvil lo habría utilizado para llamar al servicio de
emergencia, no para grabar cómo se desangraba una persona a mi lado. Somos
humanos y debemos demostrar nuestra humanidad en esos detalles. Evidentemente
no han sido todos, evidentemente hay mucha gente que se decidió a ayudar desde
el primer momento, sin saber si habría una réplica o si aquello ya había
acabado. Hubo gente que dio comida, que dio refugio, que regaló bebidas en sus
negocios, incluso taxistas que regalaron “carreras” para sacar a los allí presentes
de aquel infierno. Bravo por estos seres anónimos que probablemente nunca
conoceremos públicamente. Los que quisisteis crear alarma social, aprended de
las personas que teníais al lado.
Y da mucha pena pensar en el niño
de Rubí, de tan solo 3 años, que apenas había empezado a conocer la vida, y
murió. Da lástima ver un carrito de bebé en plenas Ramblas y al lado una niña
de corta edad con las manos en cabeza sin entender lo que allí había pasado. Da
pena, da coraje, da asco que haya gente que pueda realizar estas acciones.
Pero hoy más que nunca, la
normalidad, la tranquilidad, la PAZ debe reinar.
Como dice Sabina en “Noche de
bodas": QUE LOS QUE MATAN SE MUERAN DE MIEDO.
Ni el miedo, ni el pánico, ni el odio
se pueden apoderar de nosotros.
Y hoy, quizá solamente hoy,
GRACIAS a nuestros políticos por mostrar unidad, por mostrar que han remado
todos en una sola dirección. Esperemos que no se quede en un hecho aislado y lo
practiquen más a menudo.
Esto también va dedicado a las 14 personas que perdieron la vida a manos de unos desalmados. Porque ayer fuisteis vosotros, pero podría haber sido cualquiera. DEP.
NO TINC POR.
NO
SOIS NADIE.