jueves, 6 de diciembre de 2018

COMPRAR EN FESTIVO: CLIENTES O JEFES SIN MIRAMIENTO.

¿De quién es la culpa? ¿De quién es la culpa de que tú estés trabajando el día 6 de diciembre o el día 8 hasta las tantas y al día siguiente te toque ponerte a currar otra vez como si no hubiera pasado nada? ¿De quién es la culpa de que llegues a tu casa el día 24 de diciembre con el pavo sobre la mesa o lo que sea que ese día cenes? ¿De quién es la culpa de que el día 31 no te comas las uvas en el negocio en el que trabajas de puro milagro? En el negocio en el que trabajas, porque dudo que sea tuyo.
                Puede haber varios culpables: o los clientes o tu(s) jefe(s).
                Vamos por partes:
                Supongamos que la culpa es de los clientes, esos seres creados por la sociedad de consumo, programados para comprar lo que les hace falta y lo que no (entre los cuales me incluyo, pero con matices con respecto al resto). Los clientes son el The Walking Dead de las Navidades (de las rebajas, del Black Friday o de cualquier promoción). Vale, la culpa es suya. Si tu negocio cierra un día señalado en el calendario, es posible que, al día siguiente, cuando abráis las puertas, haya alguno que os ayude a subir la persiana para poder empezar a comprar unos segundos antes. “Yo es que trabajo y no he podido venir otro día más que hoy” (que es festivo, debería añadir). Estupendo. El día tiene 24 horas, las tiendas permanecen unas 12 horas abiertas al público. Amigo mío, si no has podido ir antes porque estabas trabajando, te están explotando en tu trabajo. Tal vez sea una tienda. Un cliente, mientras vea una puerta abierta, va a ir a comprar. ¿Está bien? Claro que no. Los que trabajan dentro son personas, con su vida, su familia, sus necesidades y sus quehaceres fuera de la tienda. ¿Justifica la apertura en festivo para ir a comprar? No. Pero, hay alguien a quien le viene  muy bien que las persianas estén abiertas: los jefes de esos negocios.
                Vamos ahora con estos seres “fantásticos”: los jefes. “Mi jefe me paga las horas que hago en festivo”. Claro, porque las has trabajado y ese dinero es tuyo. Faltaría más. ¿Has probado a decirle a tu jefe que ese día no vas a trabajar porque tienes planes fuera de la tienda? Te dirán que tienes que avisar con “X” días de antelación, para planificar a la plantilla. Prueba un día. Según la cara que ponga sabrás si al día siguiente podrás volver a tu puesto o quizás él/ella considere que estás mejor en tu casa. Pero, además, ¿sabías que te corresponden determinadas horas de descanso al cabo de la semana? Pregunta por ellas. Haz como los clientes con las promociones: no las dejes escapar.
Las grandes empresas no van a perder dinero por cerrar un domingo de diciembre. El año es muy largo y, no te preocupes que, lo compensarán por otro lado. Los contratos no te hacen esclavo de tus jefes o dueños de la empresa. Son dueños de la empresa, no tuyos. Querido/a dependiente, probablemente durante estos días no te vayan a dar las gracias, ni las esperes, pero no desesperes. Si tú te paras, el negocio se para. Eres importante. Que no te compren con un “esto lo vas a cobrar”. Como te he dicho, lo vas a cobrar porque es tuyo, no porque te lo estén regalando.
Cuando digo jefe, me refiero a jefe/a. Cuando digo jefe/a no me refiero a tu inmediatamente superior, que está contigo codo con codo en la tienda, día a día. No. Me refiero a ese que hay más arriba o más arriba todavía. Deja de mirarlo por debajo del hombro, míralo con naturalidad, porque se alimentan del miedo del empleado, porque la falta de seguridad es un motivo para mandarte a casa. No dudes. Es una persona, no es un ser superior, no es Dios.
No tengas miedo. Educación, humildad y esfuerzo. Pero si alguna vez te “niegas” a hacer algo en días que para ti son importantes, no tiene porqué pasar nada. Da lo máximo los restantes días, que comprueben que tú vales. Y si vales, pero no te aprecian, tranquilo/a. Eso es que no eras para ellos, porque solo eres para ti, tu verdadero dueño.
“Ya, pero tú no tienes que verle la cara cada semana y pensar que te pueden despedir”. Si hablo de esto es porque precisamente lo he vivido. Yo no voy a ser el que este año, en la Noche de Reyes, me quede en una tienda poniendo rebajas hasta las 2, las 3 o las 4 (sí, las 4) de la mañana. No lo voy a hacer este año, pero lo he hecho, mientras mi novia o mis padres me esperaban en casa, en la casa de alquiler que tenía a 420km de la mía, sin poder hacer ningún plan con ellos, sin poder ver la Cabalgata, cenar por ahí o tomarme una copa con ellos. ¿A tanta distancia? A tanta distancia. ¿Por qué? Por un “gracias” no, desde luego. Si no te quieren ahí por querer vivir, es que no era tu sitio.
Trabaja para vivir, no vivas para trabajar.
Si tú te paras, el negocio se para.
Tu único dueño eres tú.
Los domingos y festivos para la familia.
 
En definitiva, si no compramos no se abre. Si no se abre no compramos. Pero, si los propietarios tuvieran escrúpulos, respeto por los trabajadores y empatía por ellos, la pescadilla dejaría de morderse la cola.

No hay comentarios:

Publicar un comentario