Cada mañana me levanto con la misma impresión, con la misma
idea, con el mismo pensamiento: “Tengo suerte. Tenemos suerte”.
Tenemos
suerte de vivir en un país donde todo va tan bien, donde todo va “sobre ruedas”,
donde todo va “viento en popa”. Es una maravilla poder gozar de un clima tan
favorable. Es inmejorable la sensación de saber que hagas lo que hagas,
estudies lo que estudies, tendrá salida profesional. Es magnífico el efecto de saber
que vivimos en un país desarrollado, en el Primer Mundo, en un Mundo
Civilizado.
El
problema viene cuando sales a la calle, das un paseo por el centro de cualquier
localidad y encuentras cada vez más y más personas sentadas en las puertas de comercios,
de supermercados o de cualquier fachada. ¿Estarán descansando después de una
dura jornada de trabajo? Podría ser, pero no. Están pidiendo. Pidiendo para
poder llevarse a la boca algo que les de fuerza para levantarse de donde están.
¿Primer Mundo? ¿Mundo Civilizado?
“Que se
busquen la vida”. “Que trabajen como hacemos los demás”. “Que se dejen de
tonterías y se ganen el pan igual que hago yo”. Frases de este tipo se pueden
escuchar al respecto. Quizás esas personas tenían un trabajo, una casa, es más,
un hogar. Pero las circunstancias han hecho que su encaminada y feliz vida se
truncara. Es muy bonito prejuzgar la situación de alguien que ninguno conoce. Es muy bonito mirarlo
desde fuera con una vida encarrillada. A lo mejor, los que piensan así deberían
mirarse al espejo y preguntarse si lo que tienen ellos lo han conseguido con el
sudor de su frente o si se lo han ido encontrado en otro tiempo, en un tiempo
en el que todo era más fácil. ¡Cuidado! No vaya a ser que algún día cambien las
tornas y trágicamente se vean en esa situación.
Pero la
suerte sigue estando, la suerte de vivir en un país en el que todo funciona
estupendamente.
Sinceramente,
pasear por la calle y ver, en la misma calle, a personas que deben superar los
70 años pidiendo en una acera mientras los viandantes pasan de ellos y en la
acera de enfrente a una madre con su niño en brazos corriendo la misma suerte no
es la idea que yo tenía de un país de desarrollado, de un país del Primer
Mundo.
Pero la
cosa no acaba ahí. Todavía hay más. Cuando llega la hora de cerrar los
supermercados, éstos tiran comida a la basura que por ley no puede venderse por
haber pasado la fecha oficial de caducidad. Sin embargo, esos alimentos todavía
son comestibles, están en perfecto estado. Decenas y decenas de personas se
agolpan sobre los contenedores donde van a parar estos alimentos a sabiendas de
que todavía están sanos. “Esos son todos extranjeros que venían a vivir del
cuento”, he llegado a escuchar. Bueno, ¿y qué? Extranjeros o no, son personas.
Pero es que, amigo xenófobo, cada vez hay más españoles que, lamentablemente, tienen
la necesidad de pasar por esa situación. Nadie lo hace por gusto. Simplemente,
tenemos “la mala costumbre” de comer para sobrevivir. Antes de hablar recuerda,
en otro tiempo nosotros también nos íbamos lejos de nuestras fronteras a buscar
una vida mejor. Una vida mejor que llegaría o no, pero nos íbamos.
Todas esas personas tendrían
sueños. Sueños que querrían cumplir a toda costa. Trabajos que les apasionaba,
familias que crear, cálidos hogares a los que llegar después de su jornada
laboral, familias que les estarían esperando para cenar un buen plato. “Colchones”
económicos que no se tocaban porque eran para los estudios de sus hijos. Esas personas,
hoy por hoy, desgraciadamente, no podrán conseguir nada de eso.
Hasta ahora
lo teníamos lejos. Solamente pensábamos que algo tan precario se vivía en
países subdesarrollados, en países del Tercer Mundo. Quizás sí, quizás esa sea
la respuesta a la situación que estamos viviendo ahora mismo en España. Tal vez
estemos sufriendo una involución. Y la solución no la tenemos nosotros, los
ciudadanos. A pesar de que siempre les podemos ayudar con dinero o comida. No, esa
no es la solución definitiva. Las medidas le corresponden a quienes les
corresponden. Pero claro, ellos están sumergidos, inmersos en su particular mar
de calma. En una realidad paralela, como si nada de esto fuera con ellos. Según
el destino del capital se puede invertir o no. Becas Erasmus NO. Madrid
2024-2028-2032 SÍ, eso sí. Que se nos note fuera de nuestras fronteras que “España
va bien”. Con una “Relaxing Cup” todo entra mejor.
Lo hemos conseguido: Europa empieza en los Pirineos.
¡¡VERGÜENZA!!
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